sábado, 2 de junio de 2007

El antiguo Gran Oriente Español y la devolución del patrimonio

El tema este de la devolución del patrimonio ha hecho un enorme daño a la masonería española. De este modo, el "generalísimo", ha conseguido prolongar su mal a la masonería, más allá de lo que él mismo lo pretendió incautándolo. La infiltración de personajes con intereses espúreos sobre la hipotética devolución de este patrimonio explica muchos de los más vergonzosos episodios de la masonería postfranquista en España como se revela en el libro "Masonería al Descubierto" de Pepe Rodríguez.
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Respecto a los legítimos propietarios y las Obediencias y Logias actuales, todos sabemos que en la mayoría de los casos existe una más que discutible continuidad histórica entre aquellos que hoy "utilizan" el nombre de dichas Logias y Obediencias y sus verdaderos protagonistas históricos. Teniendo muchas veces como todo vínculo la simple mayor diligencia a la hora de "dar de alta" los nombres en el registro de asociaciones. Lo peor de todo es que, en el caso del Gran Oriente Español, aquellos que mantienen hoy la propiedad nominativa son, precisamente, los que ideológicamente más alejados se encuentran de los posicionamientos filosóficos y sociales de la histórica Obediencia española dentro del contexto masónico mundial, mostrando así, más claramente aún, el único interés material que les mueve en su reivindicación.
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Resulta obvio para cualquier que estudie con cierto interés la historia de la masonería en España que es en otros "Grandes Orientes" actuales, en donde se encuentra la verdadera herencia del Gran Oriente Español, respecto a la continuidad de su obra masónica. No son pocas las Logias del Gran Oriente de Francia que engrosaron sus filas con los miembros exiliados del hermano Oriente español, por no hablar de las Logias del Gran Oriente de Francia fundadas directamente por los miembros del Gran Oriente Español huídos de la patria y nunca regresados.
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Los masones españoles del Gran Oriente de Francia, tenemos más que nadie el deber de restituir por nuestra obra la memoria de nuestros antepasados, que serían negados hoy como hermanos en función de sus posiciones masónicas, por muchos de los que, sin pudor alguno, reclaman la devolución de sus bienes.
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En lo que a mi respecta, ninguna devolución material y si un reconocimiento moral al sufrimiento y contribución democráctica de los masones españoles debería llevarse a cabo, si no se quiere errar de plano y ahondar todavía más en la ignominia. Pensar que se puede restituir aquello que, en todos los casos que yo conozco, nunca figura como propiedad de Obediencias, a otros, sólo por el hecho de que se dicen masones o por detentar el nombre asociativo de aquellos en la actualidad, sin verificar continuidad histórica legal alguna (el libro de Pepe Rodríguez aporta importantes documentos en este sentido), ni continuidad filosófica, es un disparate.
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Proponer en todo caso el reparto del patrimonio incautado mediante una división acorde al número de masones registrados, más allá de la dar la posibilidad de otorgar parte del "botín" incluso a claros enemigos de las ideas de aquellos a los que les fueron incautados, al menos podría dar la medida real y legal de quiénes y cuántos son los masones que engrosan las listas de miembros de cada una de esas Obediencias, más allá de los engordados números que ellas mismas manifiestan públicamente que, es obvio, no pueden darse por buenos para una restitución de este tipo. En fin, es un tema desagradable, que espero que desaparezca cuanto antes de la agenda de los "Obreros del Templo Ideal", para que, finalmente, queden en la obra solo aquellos verdaderos albañiles que nada tienen que ver con especuladores inmobiliarios y cazafortunas oportunistas.

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