La tradición cristiana conmemora, el día 28 de diciembre, un episodio trágico, el ocurrido en el siglo primero de nuestra era con la matanza de decenas de niños inocentes a manos del rey Herodes, queriendo con ello acabar con la amenaza que suponía para él del anunciado nacimiento del Mesías de los Judíos.
El día 28 de diciembre ampliará para la historia, a partir de este año 2007, el significado de esta efemérides al incluir el recuerdo a otros Santos Inocentes, también ejecutados o represaliados a manos de un tirano, con la publicación en el Boletín Oficial del Estado de la Ley 52/2007 por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, más conocida como Ley de la Memoria Histórica.
Unos de los protagonistas principales de esa violencia y de esa persecución fueron los masones españoles (y aquellos muchos que sin serlo fueron represaliados como tales) por lo que, en mi humilde opinión, esta fecha debería convertirse en una efemérides de significación especial para la Masonería española.
Del texto de la Ley y su significación reparadora, es cierto que rinde sólo un tenue homenaje a todos aquellos, masones o no que dieron su vida por la defensa del sistema de valores y legalidad democrática, más allá de la mención específica a los combatientes militares o guerrilleros. Olvida, en este sentido, el combate intelectual llevado a cabo, antes, durante y después de la guerra, por políticos o intelectuales republicanos, entre los que abundaban los masones, defensa que les granjeó la inquina de la dictadura y su trágico destino.
No obstante, la Ley contiene en el campo de lo político, moral y simbólico elementos que me parecen destacables y que justifican su celebración:
En su artículo 2º, la ley reconoce y declara el carácter radicalmente injusto de todas las condenas, sanciones y cualesquiera formas de violencia personal producidas por razones políticas, ideológicas o de creencias religiosa, durante la Guerra Civil y la Dictadura. Entre estas razones incluye específicamente la pertenencia a logias masónicas. Reconoce asimismo la injusticia del exilio sufrido por muchos españoles.
El artículo 3º declara la ilegitimidad de todos los Tribunales constituidos para el ejercicio de dicha represión y dentro de estos señala especialmente la ilegitimidad del Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo.
Junto a esto, y ya en el terreno de la reparación general, las necesarias y siempre insuficientes medidas de reparación económica, localización de las víctimas con la colaboración y subvención de las Administraciones Públicas o las medidas para la eliminación de símbolos que exalten la sublevación militar o la dictadura -incluyendo la posibilidad de retirar subvenciones públicas a las instituciones que realicen tal exaltación- junto a otras, me parecen medidas acertadas de la Ley para una efectiva reparación.
Pero lo que, pese a ciertas oposiciones, me parece más importante y reparador de la Ley es lo que tiene de señalamiento formal del franquismo como un régimen injusto, ilegítimo y cuya memoria debe servir para vergüenza de todos aquellos que lo defendieron y, más aún, para aquellos que todavía puedan defenderlo hoy.
Así se desprende del uso que la Ley establece para uno de los más contundentes símbolos de la represión franquista, el Valle de los Caídos, que pasará ahora a convertirse en un monumento para honrar la memoria de todas las personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil y de la represión política que la siguió. -El texto de la ley es obvio que hila fino y peca de tibio, pero también es cierto que, en la practica, no puede significar otra cosa que lo que significa-.
En este sentido, la declaración más contundente de condena del franquismo se encuentra precisamente en la exposición de motivos que firma el monarca al promulgar esta Ley cuando reconoce que ésta hace suya la repulsa de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados y la condena del franquismo pronunciada por el Consejo de Europa el 17 de marzo de 2006.
Se trata pues de la primera vez que una Ley española contiene una condena explícita del franquismo, si bien no en su articulado sino en la exposición de motivos, lo que a efectos morales resulta irrelevante y sólo muestra y dá más valor a las dificultades con las que se ha encontrado el gobierno para sacar adelante esta Ley ante una oposición política demasiado titubeante de sus propias convicciones democráticas.
Así pues, elevo desde aquí, mi gratitud al gobierno, como máson, nieto carnal y hermano moral de inocentes represaliados y deseo a todos, con esta nueva dimensión que da a este día la publicación de la Ley de la Memoria Histórica, un feliz día de los Santos Inocentes.